martes, 14 de febrero de 2012

El cosmos no quiere que folle (noche en el Xtrem)


No encuentro otra explicación a mi situación de inactividad sexual. Al cosmos (yo lo llamo así porque soy ateo y no aplico el concepto “Dios”, pero llámalo así, o Alá, energía, o X…) no le apetece que folle porque tiene otro destino preparado para mí. Debe ser. Que otro pensará, igual es que eres muy feo y nadie quiere follarte, pero chico, hasta ahora nunca había sido eso un problema. Y encima últimamente no paran de llegarme señales que me llevan a Fabio (Fabio es un tío que fue muy importante en mi vida no hace tanto, pero del que ya os hablaré otro día largo y tendido. Hoy no toca eso).

El caso es que de un tiempo a esta parte todos mis intentos de tener sexo acaban frustrados de una manera u otra, a cada cual más torpe, ridícula o absurda. Vamos, que al cosmos se le empieza a ver el plumero. Y si a eso le unimos que no tengo apenas ganas de hacer nada, estoy de un monje que ni yo me reconozco.

Y para demostración empírica de que el cosmos no quiere que folle tenemos el sábado pasado. Resulta que quedé con Naxo para salir por la noche, pero como estábamos los dos solos no nos apetecía el plan estándar de botellón-discoteca y quisimos innovar. Sacamos nuestra lista de antros de perversión madrileños aún por visitar y decidimos pasarnos por el Xtrem Gay Bar. Según la web del sitio el espectáculo porno en vivo comenzaba a las diez de la noche, así que quedamos pronto, comimos como pollos y nos plantamos en el sitio a esa hora. Y no había ni un alma.



El chico de la entrada, muy mono por cierto, nos avisó de que aquello no empezaba a llenarse hasta las doce y pico, hora en la que empezaba el show en vivo. Pues vaya, llegábamos dos horas antes de tiempo. Así que nos pedimos unas copas y nos dimos una vuelta para ver qué tal era el sitio. Y lo que es el sitio propiamente dicho no está mal: no es pequeño, los empleados son un encanto y está bastante limpio, además de ser más barato de lo que esperábamos.

El Xtrem tiene dos plantas, en la de arriba está la zona de discoteca, donde se hacen los espectáculos de striptease y sexo en vivo (no nos gustaron mucho) y abajo hay cabinas con glory holes, cuarto oscuro, dos slings y al fondo subiendo por unas escaleritas se llega a una sala con porno. Estuvimos un rato explorando, jugando en el sling (que es un columpio para ser follado), hablando mientras veíamos porno y haciendo el idiota.
 

Poco a poco fue llegando gente y en torno a la una y pico ya había bastante movimiento. Pero cantidad no quiere decir calidad. No es que fuese gente horrorosa, pero a mí que me gustan yogurines por norma general, se me pasaban un poco del rango de edad deseado. Así que si siendo maduritos no eran bellezones y le unes que tampoco tenía muchas ganas de follar… 

Y eso que no estaba apático del todo, que ya que estaba allí estaba dispuesto a bajarme la bragueta si se terciaba. Pero de los pocos que había potables, uno se lo llevó Naxo, y otro pasó de mí. Era un chico jovencito, probablemente el más joven del local, vestido con una sudadera verde, moreno y con cara de bueno. Estaba sentado en uno de los sofás de la sala de video, llegué y me senté cerca. Al entrar, un tío de barba que estaba junto a la puerta se me quedó mirando y no me quitaba ojo, pero era rollo oso (no gordo, pero oso al fin y al cabo) y a mí ese rollo no me atrae lo más mínimo. En esas estábamos, yo mirando al de verde, él al oso y el oso a mí, quien por cierto se la sacó y empezó a tocarse mirándome. Hasta que el chico con cara de no haberse comido una polla en su vida se levantó, se fue para el oso y sin mediar palabra se arrodilló y se la metió en la boca. El oso se dejó pero al poco lo arrastró hasta el sofá donde antes estaba el de verde y se sentó a mi lado. Mirándome mientras el jovencito se la comía. ¿Pero qué pintaba yo ahí ya? Pues nada, porque el que me hacía caso no me gustaba y el que sí me gustaba estaba comiéndose un rabo como si fuera el último.

Me fui de la sala y seguí deambulando por el local un rato, arriba y abajo, sin encontrar nada interesante. Gente teniendo sexo en grupo a los que no me quería unir, algún tío que te la tocaba al pasar… Hubo otro pretendiente con el que me estuve mirando pero, gracias al cosmos, nos desplazamos a la luz cual Caroline y vi que aquello era un fake y que no tenía el mismo morbo que al contraluz. Al rato vino Naxo, y como no había ya mucho más que hacer convenimos en irnos para otro sitio. Como no teníamos ganas de pagar, nos fuimos a una discoteca de esas que cierran pronto, echamos cuatro bailes y volvíamos a estar en la calle. Y ya dimos la noche por completa, tras nuestra excursión por el Xtrem y bailar un poco, hicimos la visita obligada a un local de pizza para llevar (gracias a quien los inventó) y nos fuimos cada uno para nuestra casa. Sin follar, yo al menos.

Tardé poco en llegar a casa (vivo en el centro) y una vez ahí, haciendo caso omiso a mi propio tweet, me conecté al Grindr. Estaba seguro de que no iba a quedar con nadie porque ni por todo el oro del mundo (quien dice oro dice polla) iba a salir de nuevo a la calle a pasar frio, así que mi intención más bien era hablar con alguien mientras cogía el sueño.


La cosa es que me encontré a un chico con el que ya había hablado otras veces, que parecía bastante majo a la par que mono, y que era de mi barrio. Y encima estadounidense, que a mí los guiris me pierden. Hablé un poco con él y me dijo de ir a tomar una copa, le dije que nanai con este frío y le propuse que se viniese a casa. Aceptó, así que como se desplazaba él, quedé. Cuando llegó no era tan mono como en la foto, lo cual siempre es de esperar, pero también era visiblemente más viejo. Veréis, cuando se fue volví a mirar la foto que tenía en Grindr y me di cuenta de que tenía sobreimpresa una fecha ¡¡de 2006!! ¿Cómo puedes tener la poca vergüenza de ponerte una foto de hace seis años? Pero bueno, ya hablaremos otro día sobre mentir en los perfiles.

El tío venía con ganas de hablar, que no sabía si buscaba un polvo o un psicólogo. Se trajo unas cervezas y nos pusimos a beber y charlar, una conversación que por cierto no me aportaba lo más mínimo, y menos a las 5 de la madrugada cuando lo único que quieres es cerdear un poco, correrte y dormir. En otras circunstancias me lo habría tirado porque realmente no estaba mal, pero esa mezcla entre borracho y depresivo le quitó todo el morbo que pudiera tener por ser guiri. Y encima le olían los pies. Pero no un poquito de uy, he sudado algo mientras venía, no, le olían tanto que tuve que ventilar la habitación cuando se fue, estando a -3 grados.

Evité las caricias que invitan a polvo y pasado un rato alegué sueño para mandarlo a su casa. Y una hora después de haber quedado volvía a estar en el mismo punto. Un parece que vas a echar un polvo pero no. El cosmos no quiso. Nuevamente. Y la verdad es que tampoco me importó mucho. ¿Será que tengo que moverme en otra dirección?

4 comentarios:

@FranTierra1 dijo...

La verdad chico que lo del guiri se da mucho, pero a ver hijo del cosmos (que aquí semos ateos) si te invito a casa a las 5 de la mñn... NO ME HABLES!

PD. No es por echar más leña al fuego... pero si así le olían los pies...

Oriol De Rodillas dijo...

Jaja cuanta razón FranTierra1, y no había caído en ese detalle... "aquello" le tendría que oler/saber a no quierosaberqué :P

Unknown dijo...

pobrín! cuanto entiendo lo de la inapetencia... aunque a veces es mejor tocarse un paja que quedar con nadie! xDDDD

LucasDR dijo...

Ay sí, lo de la inapetencia a mí a veces me pasa. Tengo mis períodos y los voy alternando.