Esta semana volví a ver a Fabio después de casi tres meses sin tener contacto alguno con él. No fue mal la cosa pero ahora mismo estoy tan confuso que prefiero no hablar de ello hasta que ordene mis ideas. Así que voy a hacer un break en mis dramas actuales para sacar del
baúl de los recuerdos una historia que me planteó en su día una gran dilema, y que
a día de hoy no sé si resolví bien. Hará como cosa de un año que conocí a
Ramón, un chico encantador, un buenazo, inteligente, divertido, etc. En seguida
conectamos y nos hicimos muy buenos amigos.
Ramón tenía una personalidad que encajaba casi al 100% con
la mía, nos entendíamos y todo fluía, las bromas, las maldades, los momentos de
apoyo… Una personalidad que, sinceramente me atraía mucho. El problema es que
físicamente no me llamaba la atención. Nada en absoluto. Y no porque simplemente fuese más guapo o más feo, sino
porque no era mi tipo. Jamás me habría fijado en un físico como el suyo, por
mucho que mejorase o pudiese perfeccionar. No era él, era yo, como se suele
decir. Pero la química estaba ahí. Y nosotros, que ninguno éramos tontos, la
notábamos.
Conforme voy escribiendo esta historia, me doy cuenta de que
la situación es un poco la opuesta a la de Fran: uno tenía el físico pero no la
mente, y otro la mente pero no el físico. Con Fran llegué a pensar que podía
poner yo mente por los dos (jaja, llamadme prepotente), pero con Ramón no me
veía capaz de gozar plenamente de nuestra sexualidad sin atracción. Y lo curioso es que yo sabía, porque teníamos mucha confianza
para hablar de todo, que Ramón era muy morboso en la cama y que objetivamente
seríamos compatibles. Que de ponernos a hacerlo no lo pasaríamos mal y
llevaríamos a cabo una correcta ejecución del acto. Pero ¿dónde está esa pasión
que te sale de los propios huevos y te lleva a lanzarte sobre la boca del otro
de forma casi kamikaze? Lo siento pero no la había.
La amistad siguió, cada vez más cercana e íntima y la tensión sexual se empezó a hacer evidente. Yo era consciente de ella y casi partícipe, y me cuestionaba constantemente si no podría hacer de tripas corazón y ver qué pasaba. Porque una voz en mí decía que si superábamos esta no atracción que sentía por él, estaba delante de mi marido perfecto.
Finalmente decidí que no. No iba a probar suerte porque si salía mal sería una cagada muy pronfunda. Pero por otro lado, siempre tuve la sensación de que ambos sabíamos que si no acabábamos juntos como pareja, tampoco seríamos amigos para siempre. Porque se trataba de una amistad de trato tan cercano, que es de las que no aguantan que un novio se interponga entre medias en caso de que alguno lo encontrase.
Así, hubo una consciencia por parte de ambos de que si no se
saltaba del trampolín no podríamos quedarnos eternamente mirando la piscina.
Nadie lo comentó nunca. Pero poco a poco dejamos de frecuentarnos. Y de un mes
al siguiente casi no había relación. Sé que tampoco es definitivo, y ni
remotamente estamos peleados. Es una especie de stand by. Y algún día
volveremos a ser amigos pero controlando que no nos acerquemos tanto al
precipicio como aquella vez. Pero yo me sigo cuestionando, ¿era tan importante
el físico como para no poder tener una relación con un hombre que mentalmente
me completaba?
¡Quiero vuestras opiniones!
3 comentarios:
Pues a mi me pasó lo mismo, y ahora estamos en esa situación de "stand by". Sencillamente creo que cuesta tanto encontrar alguien de encontrar a alguien compatible mentalmente, que afloran un montón de miedos que puedan fastidiar esa conexión, y evitan cualquier tipo de atracción diferente
A todos nos ha pasado lo mismo! Encontrar a alguien q nos complemente en una cosa, pero no en la otra...Definitivamente te digo q no es lo q t conviene, por q no sientes atraccion por el, y eso en cualquier relacion para mi es basico. Lo dificil es encontrar a alguien q t de ambas cosas, pero llegara, no desesperemos...me incluyo...Mientras...nos serviremos de Franes y Ramones...
Me pasó hace unos años. El tipo perfecto, pero era tan feo que no era capaz de pasar sobre eso. Una pena. Lo peor, que siempre que le veía me preguntaba ¿y cómo voy a presentárselo a mis amigos con lo feúcho que es?
Soy lo peor. Lo sé.
Publicar un comentario