martes, 21 de febrero de 2012

Fran, o cómo me dejé ilusionar por quien no lo merecía



Auténtico drama el vivido esta semana, casi sin comerlo ni beberlo. Y no hablo del #dramaheterosexual que comentábamos por twitter que vivió otro DeRodillas, eso se queda en un chiste al lado de lo mío. Hoy os voy a hablar de Fran, un chico que sin merecerlo en absoluto ha hecho que se me crucen los cables últimamente y cuya historia ha explotado este fin de semana.

Todo comenzó hace unos meses cuando me hice asiduo a un foro de internet donde conocí a Fran. El ambiente de un foro de gustos comunes no resulta igual de infecto que las páginas de perfiles gays, por lo que la relación con Fran comenzó sin pretensiones amoroso-sexuales, como tantas otras por internet que pasan por tu vida y al tiempo desaparecen. Ja-ja, ji-ji, pero ya está. Con el tiempo empezamos a tontear un poco, lo cual se intensificó semanas antes de que él y un par de amigos suyos viniesen a Madrid de visita, mostrándose él excesivamente cariñoso. Nos caímos muy bien y conectamos. Parecía un chico encantador e incluso una noche que salimos de fiesta le hice saber que me gustaba, y muy galantemente declinó la propuesta. 

Pero en cambio me invitó a que fuese a verlo a su pueblo. Puede parecer una locura hacer un viaje para ver a una persona que apenas conoces, y lo es, pero chico, me ofrecía casa gratis, el transporte me salía barato y no conocía la zona… ¿por qué no? Así que como él no trabajaba y yo tenía unos días libres, me planté en su bucólico hogar, en un pueblo de Asturias en la frontera con Cantabria.

Yo iba mentalizado a que entre nosotros no iba a pasar nada, no sólo porque mi plan primero de conquista había fallado, sino porque me fui percatando que era igual de cariñoso con otros usuarios del foro. Será que él es así con todos, pensaba. Pero por otro lado, ¿por qué sin ser verdaderamente amigos me invitaba a su casa, máxime sabiendo que me gustaba? ¿qué necesidad tenía de meterme en la boca del lobo si no quería nada conmigo? A mí desde luego no se me ocurriría meter semejante bomba de relojería en mi morada.

Los días en Asturias pasaron de lujo. Hacíamos todo juntos: levantarnos, desayunar, vestirnos, excursiones, pelis, paseos… Vida de pareja prácticamente. Todo con mucha dulzura, pero sobre todo con una cantidad de abrazos y cariños que no era normal en una relación de pre-amistad como la nuestra. Estaba confundido no, lo siguiente. Sobre todo porque hubo un par de noches que dormimos juntos y abrazados.

No obstante, al segundo día de estar allí decidí que no quería nada con él. Era guapete, bueno, agradable, cariñoso… pero le faltaba sangre en las venas y sus conversaciones no eran las más fascinantes que he tenido en mi vida. No es lo que se dice estimulante y me di cuenta que a nivel intelectual no me aportaba nada. Pero eso por un lado era malo pero por otro bueno. Agarraros a la silla porque lo que vais a leer a continuación me retratará como la peor persona del mundo: que fuese algo monguer me gustaba porque así me sentía yo superior. A pesar de que fuese yo el que quería con él y quien estaba detrás, sabía perfectamente que si yo tuviese una relación con Fran dominaría perfectamente la situación. Le daría veinte vueltas a las cosas sin que su capacidad de razonamiento me supusiese un problema.

Y eso viniendo de una “relación” con Fabio en la que él era más guapo, más listo y más maduro que yo, y por tanto me hacía sentir #así# de chiquitito, era algo muy atrayente. Cambiar las tornas y dominar. Ser el maestro y no el aprendiz, quien lleva las riendas.

Ahí estaba pues la disyuntiva, ¿quiero un hombre que me fascine o, por una vez, ser yo el fascinante? ¿vale la pena perder todos los valores que te aporta alguien intelectual a cambio del confort de alguien que sabes que no te dará un ruido? Y a toda esta maraña de cuestiones, se añade lo cariñoso que era y lo bien que me hacía sentir, algo que se multiplicaba exponencialmente en comparación con la frialdad de Fabio. Una semana de vida de pareja. Sabes que no es real, tu mente te está diciendo que son sólo sombras proyectadas contra un muro. Pero por otro lado lo ves tan verdadero, tangible, y te preguntas ¿por qué no? Si he vivido unos días de ensueño, ¿no podrían venir otros así junto a esta persona? ¿acaso no sería cómodo acostumbrarse a las sonrisas y a las cosas fáciles?


La última noche la pasamos sin dormir, tumbados en la cama, juntos. Acabamos besándonos, mirándonos a los ojos mientras amanecía. Desnudos y acariciándonos. Diciéndonos que ojalá nunca acabase esa noche. Fue un momento mágico. En el que la sexualidad se hizo latente sin una penetración de por medio. Hubo una conexión especial que no se consumó en lo que todos conocemos como el acto sexual final porque se disfrazó de profunda amistad. Es raro y no lo sé explicar bien. Vivimos en un mundo en el que los lefazos en la cara se dan a cualquiera pero una caricia y un beso tierno valen más que el oro. Es triste pero cierto. Tocó marcharse y de él salían palabras de “no te vayas”, “quédate aquí siempre”, “iré a verte en cuanto pueda” y hasta alguna lágrima. Y también de mí.

Una semana me costó poner las cosas en perspectiva y superar la sobredosis de azúcar. Y volver a la misma cuestión: sé que no es el hombre ideal para mí pero, ¿y si lo intento? Entre tanto seguíamos en contacto, hablábamos casi a diario y bastante tiempo y seguíamos con un trato cariñoso. Incluso planeábamos hacer un viaje próximamente para estar de nuevo juntos y ver qué pasaba.
 
La sorpresa llegó este fin de semana, cuando una amiga que conoce toda la historia y le ha visto en miles de fotos del viaje lo reconoció por Madrid. En MI ciudad. Y ni una llamada, ni un aviso. Nada. Y la sorpresa fue mayor aún cuando conocí la razón de su visita: vino a conocer a otro usuario del foro con el que también tonteaba y que curiosamente actuaba conmigo como confidente. La muy zorra.


En un momento de enajenación estallé como una supernova y les saltaron trozos de asteroide hasta en el cielo de la boca. ¿Encima de que no me merece, me dejo engañar y me la clava? No, no y no. Le llamé de muy buenas y le pregunté qué tal todo. Intentó evadirme pero al poco rato ya estaba cantando la Traviata. Y yo tenía lo que quería, me había mentido por mucho que luego dijese que no, que me lo estaba contando. Me aferré a la mentira para razonar que lo mandaba a paseo, pero tampoco creo que tenga que dar mucha explicación de porqué le doy la espalda tras su comportamiento.

Objetivamente él y yo no somos nada y podía quedar con cualquiera sin tener yo derecho a enfadarme. Vale. Pero decirme día sí y día también que está deseando venir a Madrid para verme, y luego venir a mis espaldas, mintiéndome, eso guapetón es jugar conmigo. Y no te lo voy a permitir. Lo eché a patadas de mi vida y no me arrepiento. No le necesito y ha demostrado que no vale. Y al otro le hice saber que no era tan especial para Fran como él se pensaba, y que no era el único que últimamente había pasado por el lecho de la mosquita muerta.

Ya hoy martes que me he calmado un poco y puedo ver las cosas con serenidad, me hago consciente de que, ante todo, tengo que culparme a mí mismo por no haberlo visto venir o no haber querido verlo. Y por anteponer lo que QUIERO (alguien que me quiera) a lo que ES (alguien que no merece la pena). 

Tras haber vivido en la relación con Fabio enfrentándome a un muro de frialdad, milimetrando mis movimientos y dosificando mis sentimientos para que aquello no reventara, encontrar una persona tan necesitada de cariño como yo (o incluso más), con la que podíamos darnos en tropel, fue como un oasis. Justo lo que necesitaba en este momento. Dar y recibir ternura sin aranceles. Notar todo el cariño que Fabio había sentido por mí pero se guardaba por cautela. 

Y ciertamente ahora veo lo bien que lo hizo. Viendo que yo siempre estaba dispuesto a más, si Fabio no hubiese ido echando el freno de cuando en cuando, habría llegado el momento en que yo me habría lanzado de cabeza a una piscina que, aunque no estaba vacía, tampoco se había llenado lo suficiente como para que no me partiese la crisma. Y bueno, algo así pasó, aunque eso es otra historia.

Gracias a la decepción con Fran veo con más claridad todo lo vivido con Fabio. Y me da miedo haberla cagado con él. Por ansiedad. Por un lo quiero YA. ¿Será demasiado tarde para tener una segunda oportunidad en la que demostrar un poquito más de madurez? Me temo que sí, pero no está todo dicho. Y os prometo que pronto os contaré bien la historia de Fabio.

Lecciones vitales aprendidas:
  • “Conformarse” con menos de lo que mereces es un error. En el amor no se cumple lo de “más vale poco que nada”
  • Si alguien no es ÉL no sirve de nada forzar la maquinaria, autoengañarse o intentarlo. Su verdadera naturaleza se hará evidente.
  • Mi miedo a la soledad es más mayor de lo que pensaba, así como la necesidad de cariño.
  • Antes de que llegue mi último capítulo de la búsqueda, tengo que arreglar muchas cosas en mi vida. Si la persona llega antes de que lo haga, no va a funcionar. Primero YO, luego ÉL.
  • No hay que dejarse llevar por los deseos y perder la cabeza por una promesa mal formulada.
  • La venganza y la destrucción son muy atractivas pero su dulzura apenas dura unos segundos en el paladar.
  • Hay algún amigo en quien confiar 100%.

4 comentarios:

Paco López dijo...

ufff...menuda historia...Creeme q todos hemos tenido ese tipo de dudas y personas q no parecen lo q realmente son. El problema es q pensabamos tener todo bien atado y al final salen por otro sitio y nos dejan una espina clavada q cuesta sacar por q no era el final q queriamos...en fin...buenas lecciones aprendidas jejeje

Jonay dijo...

Me ha encantado... un articulo bastante genial, pero hay algo que me ha llamado mucho la atención y es... "conformarse con menos de lo que uno merece"...
querido amigo... fuiste a Asturias pensando que ese chico no te merecía y aun así fuiste...
¿y como se valora que una persona no sea lo suficiente para otra?

Oriol De Rodillas dijo...

@P has dado en el clavo, creemos que controlamos las cosas... y zás!

@Jonay en realidad cuando fui a Asturias no pensaba que no me "mereciese" :P fui con ganas de ver qué pasaba y cuando llegué ví que no era lo que me suele gustar, mentalmente. Y sobre la pregunta... xD cabrón! jaja así dicho suena mal, pero puedes llamarlo si quieres "no reúne las condiciones que requiero en un hombre para convertirlo en marido" :P

@FranTie1 dijo...

Oriol me ha encantado tu entrada, viví algo parecido a esto... como decías arriba era más agarrarse a un clavo ardiendo que realmente lo que uno busca o necesita... NUNCA MAIS, al final siempre acaba mal para uno de los dos lados.