lunes, 16 de abril de 2012

Follármelo o no follármelo, esa es la cuestión


Muchas veces te surgen "planes" de donde menos te lo esperas. Bien sea tras un cruce de miradas paseando o bien tras una tarde de cervezas con amigos. Esto último es lo que me sucedió hace un par de días. Tarde de cervecillas y buena conversaciones con los colegas, a la que se unieron algunos amigos de amigos. Una cosa llevó a la otra y entre caña y caña nos dieron las tantas de la madrugada. Llegado ese punto ya nos habíamos quedado solamente los maricas del grupo, por lo que cuando se planteó el ir a quemar un rato la pista no hubo escapatoria.
Pronto nos plantamos en el pub más a mano para acabar más decentemente la noche, que iba transcurriendo entre las risas habituales. Que si que mono el chico de la barra, que si me pido al hipposo que acaba de llegar, que si mira qué manera de bailar la de aquello guiris...y claro, todo esto intercambiando alguna que otra miradita con Diego, uno de los chicos a los que acababa de conocer esa tarde.

Uno de los puntos álgidos de la noche fue cuando uno de los chicos nuevos se acercó al que en un primer momento nos había parecido hipposo (si, de hippie), y que por tanto se había pedido uno de mis amigos. Nuestro nuevo amigo tiene pareja por lo que simplemente trataba de allanar el camino y presentárnoslo. Resultó ser americano, al cual le salía el vuelo de regreso en una hora, por lo que se encontraba viviendo al máximo sus últimos minutos en nuestra capital. Mi sorpresa llegó cuando dejó a un lado la conversación que mantenía y se dirigió a mi para dedicarme sus más destacados bailes, no sin antes espetarme un "¿Tu sabes como se baila en América? Te lo voy a mostrar". Ni que decir tiene que basicamente consistía en frotar su culo contra mi paquete mientras le daban unos espasmos más propios de un ataque epiléptico que de una coreografía. Pero no os preocupes, que para Oriol eso significaba que estaba desfasando aprovechando sus últimas horas.
Uno, que no es tonto, sabía lo que el tio quería, pero ni yo estaba por la labor de un polvo rápido en el baño del pub, ni él se merecía tanto por muy mono que me resultase, tenía demasiada pluma bailando, demasiada. Además, que se lo había pedido Zeus, y un amigo no puede ir por ahí robándo a los chicos ya cogidos, que eso es sagrado.


Finalmente no cedí, por mucho baile que me dedicase (y por mucho que Oriol, Zeus y el nuevo me presionasen. Diego no, claro, pero eso lo entendí más tarde, él solo sonreía al ver mi situación de apuro). No mucho tiempo después cerró el sitio donde nos encontrábamos, y tras las diferentes conversaciones de rigor en la puerta del local (para ver bien el material que había dentro, claro está) nos separamos para volver a casa. Casualidad de las casualidades me tocó en ruta con Diego, al cual mi casa le quedaba de camino.
Hasta ese momento no había habido nada más que alguna que otra mirada, y más cómplice por la situación que otra cosa, por lo que me extraño en cierta manera el momento de tensión que vivimos al despedirnos. La conversación por el camino hasta casa había sido amena y tal, pero nada que me hiciese sospechar que la despedida iba a ser así, rara, como si en el momento de darnos los dos besos sintiéramos el impulso irrefrenable de besarnos. Pero no lo hicimos, él porque parece muy bueniño (a pesar de su forma de bailar, apuntando maneras de buen pasivo :p) y yo porque quería dar esa imagen (menos mal que no lee este blog, porque sino vaya tela...).
El asunto se quedó ahí, en los dos besos de protocolo (Oriol me mataría si pasase algo más, que también había ejercido su opción de compra sobre él. Era la noche de ligar con los "pedidos" por mis amigos parece ser xD) pero a la mañana siguiente ya tenía una petición de amistad suya en el facebook, y al poco de aceptarla, un mensaje picándome con algunas de las cosas de las que habíamos hablado durante el camino.

Hasta aquí todo normal, estareis pensando, el problema viene cuando este jueguecito de mensajes se prolonga durante todo el fin de semana. Que si a donde vas esta noche, que si yo voy a tal podias venirte, que si convénceme para ir a donde vas, que si tienes cara de travieso...vamos, un coqueteo en toda regla. Mi problemilla para el cual necesito vuestra ayuda es el siguiente: el chico es mono, pero no es para nada mi estilo. Para un polvo, pues si, o incluso para un par de citas y cama, es decir para un rollete muuuuy efímero, una especie de pasatiempo sexual, un divertimento, pero para nada más. El problema viene cuando a él no le veo para nada de ese tipo de persona, como he dicho antes tiene demasiada pinta de bueno, mucho me sorprendería que resultase un debora-hombres (aunque por su forma de bailar...nunca se sabe). Por otro lado tampoco es que las conversaciones que mantenemos hasta la fecha sean muy profundas, que se limitan a un tonteo de manual...¿qué creeis que debería hacer? Tened en cuenta que lo voy a ver más de una vez porque es amigo de amigos...¿qué hariais en mi lugar?

P.D: Siento defraudar a los que esperaban el típico post de los lunes "procedimental de polvos de activo", no os preocupeis que volveré a la carga, que no estoy perdiendo el tiempo en ese sentido jejej

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si lo vas a seguir viendo en tu grupo de amigos, para evitar tensiones y que después del polvo estéis a mal, es mejor no hacer nada. O eso, o hablar con el claramente y decirle que solo buscas sexo en estos momentos...

Oriol De Rodillas dijo...

Por alusiones, por mí te lo puedes tirar tranquilamente aunque yo me lo hubiese "pedido", no es de mis favoritos :P

Con respecto al tema de Diego en sí, yo creo que deberías reducir el tonteo mensajeril para que no se piense que te mola para algo más, pero que si una noche que salgamos de mariconeo surje follárselo, pues te lo follas :P