Como toda marica provinciana establecida en la capital del
reino, en fechas vacacionales como esta Semana Santa que acabamos de pasar
vuelvo a mi tierra, a veces movido por el deseo de reencontrarme con familia y
amigos, otras por ganas de recuperar los olores y las vistas de siempre, y en
ocasiones como fue esta por un sentido de “compromiso”.
Viajé a mi ciudad natal sin muchas ganas y pocos planes que
hacer allí para estar unos cuantos días que se me antojaban demasiados. Resulta
que cuánto más tiempo llevas viviendo fuera, menos nexos te quedan dentro. Lógico,
pero no deja de ser deprimente y hastiador. Así que al llegar decidí buscarme
un plan, y uno que llega desde la civilización considera que lo normal es abrir
el Grindr y “ver quién hay”.
Craso error. Si en Madrid te salen hombres a pocos metros si
estás en el epicentro, a un par de kilómetros de extrarradio, en ciudades más
pequeñas encuentras a unos cuantos cerca y de repente saltas ¡a otras ciudades!
Como te lo cuento, te sales del mapa. Pero uno que tuvo suerte (moderadamente,
claro) encontró algo aprovechable, y tras una charleta se dispuso a quedar.
Cuando quedas con alguien para follar en tu ciudad natal es
raro. Te sientes vigilado sin el amparo de discreción que otorga una ciudad
enorme. Aunque eso sea una ilusión, claro, porque a día de hoy conozco a más
gente que me “pudiese reconocer” en Madrid que en mi ciudad. Y realmente no me
importa que lo hagan, pero al estar allí tu subconsciente te devuelve a tu
época de adolescente armarizado.
El caso es que quedé con un muchacho. Moreno, 20 años, simpatiquillo,
morboso. Eso sí, más corpulento de lo que parecía en las fotos, y eso ya fue un
chof. Que no estaba gordo oye, pero uno que es de los que le gustan de fideos
para abajo, no disfruta igual un cuerpo donde algo que no sea la polla cuelga.
Pero no nos adelantemos que si no nos saltamos una parte interesante.
- Previo
Quedamos en una parada de autobús, nos saludamos tímidamente
y fuimos al piso donde íbamos a realizar la recreación de la procreación. Qué
lugar. Era el piso de su difunta tía-abuela, religiosa a más no poder y hortera
como sólo ella sabía. Que el señor la tenga en su gloria y que no se cruce con
La Corbusier por allí arriba. Aquella obra del mal gusto era cuanto menos
curiosa, pero erotismo poco. Si hay algo que me gusta de “jugar de visitante”
es “ver cómo lo tiene puesto”. Turismo de interiorismo. Qué posters usan, qué tipo de muebles, si tiene alfombra, cortinas, el orden,
las cosas que tiene en su escritorio… todo dice mucho de la persona y son cosas
que sólo puedes ver si no eres una “vaga con sitio”.
El caso es que nos metimos en una habitación con un camastro
que o era donde el chico dormía de pequeño cuando iba a visitar a su tía, o era
el lecho donde la señora yació en su último aliento. Mal rollo. Nos tumbamos sobre una espantosa colcha de satén desgastado y me sentí más observado que haciendo
cruising en un parque cuando me percaté que hasta DOCE cuadros y postales de
santos, vírgenes y cristos nos rodeaban. Además de un nenuco desnucado, una
rata con cara de desaprobación y un perrito que parecía que se quería unir. Kitsch
no, lo siguiente. Pero bueno, en peores plazas hemos toreado.
- Tiempo 1
Habíamos hablado bastante por Grindr de nuestros morbos, y
la verdad que eso facilitó las cosas. El chico era versátil mamón, como yo, lo cual
abría las posibilidades mucho y me permitía disfrutar de una tarde de prácticas
sexuales variaditas. Si no fuese porque le sobraban 4 kilos, era el plan
perfecto. Y encima tenía la polla perfecta: no muy grande ni ridícula,
proporcionada, recta, buen color, suave. Mágica.
No obstante no estaba yo en mi mejor momento sexual. No lo
estoy, de hecho, y no sé qué me pasa pero cuando quedo para follar no me
concentro bien. Antaño rápidamente entraba en una vorágine de morbo y pasión
pero ahora me quedo entre aburrido y cortado, con la sensación de yo pasaba por
aquí. Tampoco ayudó que de primeras no besase bien. Si nos quejamos de los que
nos babean la cara con la lengua-hélice, peores son los que la esconden y te
parece estar morreándote con una calavera.
Los besos llevaron a las pajas y a las mamadas pero seguía
yo sin estar muy fino y la mente no paraba de darme vueltas. Llegué incluso a pensar en
levantarme a poner música para evitar que mi mente hiciese la propia suya, pues
no paraba de tararear para mí el Holler de las Spice Girls. Así estábamos. Y
claro, con esas dime de metérmela. Últimamente este mejillón no se abre porque
no saben poner bien el agua a hervir. Era tal mi desconcentración que salió a flote mi deformación
profesional bloguera y empecé a pensar en cómo relataría tal experiencia en De Rodillas
Al Cielo cuando pudiese tener un teclado delante. Pero no penséis que fue un
pensamiento fugaz, no, pensaba párrafos enteros sobre todo aquello mientras el
otro me la chupaba o me miraba con deseo.
Pese a todo el chico no se desenvolvió mal y demostró su
pericia a la hora de comer el culo, algo que me gustó pero que me ponía en el
compromiso de ser ensartado. Breve intento y dije que no. Paramos y volvimos a
las mamadas-pajas-dedos y con eso nos corrimos. Una mamada le hice, por cierto,
que creedme que recordará en mucho tiempo. Nunca había visto a un chaval
tiritar de placer, literalmente.
- Intermedio
Nos quedamos callados tras un buen orgasmo por turnos, él
primero, yo después. Entonces me dieron ganas de irme pitando de allí. Pero me
quedé inmóvil, mirando al infinito y me dio por pensar… en Fabio, claro. No sabría
que adjetivo poner a ese momento en que piensas en una persona mientras otra
acaricia tu cuerpo desnudo después de haber follado ¿impropia? ¿triste? ¿innecesaria?
¿irónica?
En aquel momento recordé mi conversación con Naxo. Tienes
que divertirte follando, conocer a la persona e intentar conectar para pasar un
rato guay, aunque no le vayas a ver más o no vaya a significar nada en tu vida.
Mi mente dio un giro.
Dejé mi estado autista y empecé a hablar con el chaval
preguntándole por su vida, sus estudios, si conocía Madrid, etc. Lugares
comunes que hicieron que la conversación liviana se desenvolviese con fluidez y
me reportara un estado de comodidad que no había sentido desde que pisé aquel
cuchitril. Le pregunté por zonas de marcha, por el ambiente, etc… y hablando de
eso le pregunté si conocía saunas en la ciudad y si había ido. Así, de forma
natural la conversación giró hacia el sexo y hacia los morbos. Y de repente,
ahí estaban nuestras pollas empalmadas de nuevo. Nos reímos de la situación y
nos volvimos a besar.
- Tiempo 2
Entonces dio comienzo el segundo polvo y la cosa mejoró
bastante con respecto al tiempo anterior. Al habernos corrido de forma tan
complaciente sin necesidad del coito ya no sentíamos la presión de que
algo-tiene-que-entrar-donde, estábamos más relajados y la cosa fluía mejor. Y
además desarrollamos cierta complicidad para preguntarnos cosas, ¿te gusta así?,
hazme esto mejor, pon tu mano aquí. Los dos estábamos por la labor de complacer
al adversario y dispuestos a disfrutar del trabajo del otro. Y sin presiones.
Y ahí fue donde el polvo cobró sentido. Tras un buen rato de
mamadas instruidas, mi amigo versátil-más-activo me dejó que fuera yo quien
entrara en él, de modo que le puse a cuatro patas en la cama y metí mi polla
lentamente en su culo que estaba ya bien dilatado. Empecé con leves movimientos
de cadera mientras posaba mi pecho en su espalda para acceder con la lengua a
su nuca y le cogía el pelo con una mano y pasaba la otra por su cintura hasta
la polla. Estábamos a todo y sin prisa.
Después incorporé mi torso y puse mis manos en sus caderas
para comenzar con las embestidas, cada vez más fuertes y rápidas. Él no dejaba
de gemir y pedirme más y yo, por fin, no estaba pensando en Fabio. Los golpes
secos de mi pelvis contra su culo llenaban el silencio de aquella casa vacía. Entonces
me avisó y nos corrimos.
- Post Partido
Volvimos a caer rendidos en la cama entre sonrisas y besos.
Lo había hecho. Había tenido un rollete, sin más pero totalmente satisfactorio y
amigable. Nos vestimos y dejamos aquel atentado al buen gusto
en forma de casa y nos despedimos. Y yo me fui a tomarme una caña con unos
amigos de la infancia. Sin duda, el mejor día de las vacaciones.
P.D. Hablando de Grindr, el primer día que llegué de Madrid
tras las vacaciones apareció en mi teléfono, a tan solo 5 metros de distancia
un tío llamado Fabio. Otro Fabio. Curiosidad o señal del karma, lo cierto es que no había
conocido a nadie más con ese nombre en toda mi vida. ¿Me lo tiro para descifrar
el enigma?
3 comentarios:
Si t lo tirarias si se llamase Rigoberto pues si, tiratelo y si no, pues no. No es el destino, es la casualidad.
Mira tu q bien, q vas a tu ciudad y pillas cacho. Yo voy a la mia y nada. Me habre follao ya a todos...
Muy bien hecho, Daniel San.
Fdo: Tu Sr. Miyagi
Bass, tú siempre dándome caña cuando hablo de Fabio ehh jeje Y sobre lo de mi ciudad, es lo que tiene que allí casi nunca he follado, no como otros :P
Naxo, tengo un buen maestro ;)
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