jueves, 12 de abril de 2012

Polvo-rollete kitsch vacacional


Como toda marica provinciana establecida en la capital del reino, en fechas vacacionales como esta Semana Santa que acabamos de pasar vuelvo a mi tierra, a veces movido por el deseo de reencontrarme con familia y amigos, otras por ganas de recuperar los olores y las vistas de siempre, y en ocasiones como fue esta por un sentido de “compromiso”.

Viajé a mi ciudad natal sin muchas ganas y pocos planes que hacer allí para estar unos cuantos días que se me antojaban demasiados. Resulta que cuánto más tiempo llevas viviendo fuera, menos nexos te quedan dentro. Lógico, pero no deja de ser deprimente y hastiador. Así que al llegar decidí buscarme un plan, y uno que llega desde la civilización considera que lo normal es abrir el Grindr y “ver quién hay”

Craso error. Si en Madrid te salen hombres a pocos metros si estás en el epicentro, a un par de kilómetros de extrarradio, en ciudades más pequeñas encuentras a unos cuantos cerca y de repente saltas ¡a otras ciudades! Como te lo cuento, te sales del mapa. Pero uno que tuvo suerte (moderadamente, claro) encontró algo aprovechable, y tras una charleta se dispuso a quedar.

Cuando quedas con alguien para follar en tu ciudad natal es raro. Te sientes vigilado sin el amparo de discreción que otorga una ciudad enorme. Aunque eso sea una ilusión, claro, porque a día de hoy conozco a más gente que me “pudiese reconocer” en Madrid que en mi ciudad. Y realmente no me importa que lo hagan, pero al estar allí tu subconsciente te devuelve a tu época de adolescente armarizado.

El caso es que quedé con un muchacho. Moreno, 20 años, simpatiquillo, morboso. Eso sí, más corpulento de lo que parecía en las fotos, y eso ya fue un chof. Que no estaba gordo oye, pero uno que es de los que le gustan de fideos para abajo, no disfruta igual un cuerpo donde algo que no sea la polla cuelga. Pero no nos adelantemos que si no nos saltamos una parte interesante.

  • Previo
Quedamos en una parada de autobús, nos saludamos tímidamente y fuimos al piso donde íbamos a realizar la recreación de la procreación. Qué lugar. Era el piso de su difunta tía-abuela, religiosa a más no poder y hortera como sólo ella sabía. Que el señor la tenga en su gloria y que no se cruce con La Corbusier por allí arriba. Aquella obra del mal gusto era cuanto menos curiosa, pero erotismo poco. Si hay algo que me gusta de “jugar de visitante” es “ver cómo lo tiene puesto”. Turismo de interiorismo. Qué posters usan, qué tipo de muebles, si tiene alfombra, cortinas, el orden, las cosas que tiene en su escritorio… todo dice mucho de la persona y son cosas que sólo puedes ver si no eres una “vaga con sitio”.

El caso es que nos metimos en una habitación con un camastro que o era donde el chico dormía de pequeño cuando iba a visitar a su tía, o era el lecho donde la señora yació en su último aliento. Mal rollo. Nos tumbamos sobre una espantosa colcha de satén desgastado y me sentí más observado que haciendo cruising en un parque cuando me percaté que hasta DOCE cuadros y postales de santos, vírgenes y cristos nos rodeaban. Además de un nenuco desnucado, una rata con cara de desaprobación y un perrito que parecía que se quería unir. Kitsch no, lo siguiente. Pero bueno, en peores plazas hemos toreado.

  • Tiempo  1
 Habíamos hablado bastante por Grindr de nuestros morbos, y la verdad que eso facilitó las cosas. El chico era versátil mamón, como yo, lo cual abría las posibilidades mucho y me permitía disfrutar de una tarde de prácticas sexuales variaditas. Si no fuese porque le sobraban 4 kilos, era el plan perfecto. Y encima tenía la polla perfecta: no muy grande ni ridícula, proporcionada, recta, buen color, suave. Mágica.

No obstante no estaba yo en mi mejor momento sexual. No lo estoy, de hecho, y no sé qué me pasa pero cuando quedo para follar no me concentro bien. Antaño rápidamente entraba en una vorágine de morbo y pasión pero ahora me quedo entre aburrido y cortado, con la sensación de yo pasaba por aquí. Tampoco ayudó que de primeras no besase bien. Si nos quejamos de los que nos babean la cara con la lengua-hélice, peores son los que la esconden y te parece estar morreándote con una calavera.

Los besos llevaron a las pajas y a las mamadas pero seguía yo sin estar muy fino y la mente no paraba de darme vueltas. Llegué incluso a pensar en levantarme a poner música para evitar que mi mente hiciese la propia suya, pues no paraba de tararear para mí el Holler de las Spice Girls. Así estábamos. Y claro, con esas dime de metérmela. Últimamente este mejillón no se abre porque no saben poner bien el agua a hervir. Era tal mi desconcentración que salió a flote mi deformación profesional bloguera y empecé a pensar en cómo relataría tal experiencia en De Rodillas Al Cielo cuando pudiese tener un teclado delante. Pero no penséis que fue un pensamiento fugaz, no, pensaba párrafos enteros sobre todo aquello mientras el otro me la chupaba o me miraba con deseo.

Pese a todo el chico no se desenvolvió mal y demostró su pericia a la hora de comer el culo, algo que me gustó pero que me ponía en el compromiso de ser ensartado. Breve intento y dije que no. Paramos y volvimos a las mamadas-pajas-dedos y con eso nos corrimos. Una mamada le hice, por cierto, que creedme que recordará en mucho tiempo. Nunca había visto a un chaval tiritar de placer, literalmente.

  • Intermedio
Nos quedamos callados tras un buen orgasmo por turnos, él primero, yo después. Entonces me dieron ganas de irme pitando de allí. Pero me quedé inmóvil, mirando al infinito y me dio por pensar… en Fabio, claro. No sabría que adjetivo poner a ese momento en que piensas en una persona mientras otra acaricia tu cuerpo desnudo después de haber follado ¿impropia? ¿triste? ¿innecesaria? ¿irónica?

En aquel momento recordé mi conversación con Naxo. Tienes que divertirte follando, conocer a la persona e intentar conectar para pasar un rato guay, aunque no le vayas a ver más o no vaya a significar nada en tu vida. Mi mente dio un giro.

Dejé mi estado autista y empecé a hablar con el chaval preguntándole por su vida, sus estudios, si conocía Madrid, etc. Lugares comunes que hicieron que la conversación liviana se desenvolviese con fluidez y me reportara un estado de comodidad que no había sentido desde que pisé aquel cuchitril. Le pregunté por zonas de marcha, por el ambiente, etc… y hablando de eso le pregunté si conocía saunas en la ciudad y si había ido. Así, de forma natural la conversación giró hacia el sexo y hacia los morbos. Y de repente, ahí estaban nuestras pollas empalmadas de nuevo. Nos reímos de la situación y nos volvimos a besar.

  • Tiempo 2
Entonces dio comienzo el segundo polvo y la cosa mejoró bastante con respecto al tiempo anterior. Al habernos corrido de forma tan complaciente sin necesidad del coito ya no sentíamos la presión de que algo-tiene-que-entrar-donde, estábamos más relajados y la cosa fluía mejor. Y además desarrollamos cierta complicidad para preguntarnos cosas, ¿te gusta así?, hazme esto mejor, pon tu mano aquí. Los dos estábamos por la labor de complacer al adversario y dispuestos a disfrutar del trabajo del otro. Y sin presiones.

Y ahí fue donde el polvo cobró sentido. Tras un buen rato de mamadas instruidas, mi amigo versátil-más-activo me dejó que fuera yo quien entrara en él, de modo que le puse a cuatro patas en la cama y metí mi polla lentamente en su culo que estaba ya bien dilatado. Empecé con leves movimientos de cadera mientras posaba mi pecho en su espalda para acceder con la lengua a su nuca y le cogía el pelo con una mano y pasaba la otra por su cintura hasta la polla. Estábamos a todo y sin prisa.

Después incorporé mi torso y puse mis manos en sus caderas para comenzar con las embestidas, cada vez más fuertes y rápidas. Él no dejaba de gemir y pedirme más y yo, por fin, no estaba pensando en Fabio. Los golpes secos de mi pelvis contra su culo llenaban el silencio de aquella casa vacía. Entonces me avisó y nos corrimos.

  • Post Partido
Volvimos a caer rendidos en la cama entre sonrisas y besos. Lo había hecho. Había tenido un rollete, sin más pero totalmente satisfactorio y amigable. Nos vestimos y dejamos aquel atentado al buen gusto en forma de casa y nos despedimos. Y yo me fui a tomarme una caña con unos amigos de la infancia. Sin duda, el mejor día de las vacaciones.

P.D. Hablando de Grindr, el primer día que llegué de Madrid tras las vacaciones apareció en mi teléfono, a tan solo 5 metros de distancia un tío llamado Fabio. Otro Fabio. Curiosidad o señal del karma, lo cierto es que no había conocido a nadie más con ese nombre en toda mi vida. ¿Me lo tiro para descifrar el enigma?

3 comentarios:

Bass dijo...

Si t lo tirarias si se llamase Rigoberto pues si, tiratelo y si no, pues no. No es el destino, es la casualidad.

Mira tu q bien, q vas a tu ciudad y pillas cacho. Yo voy a la mia y nada. Me habre follao ya a todos...

Naxo De Rodillas dijo...

Muy bien hecho, Daniel San.

Fdo: Tu Sr. Miyagi

Oriol De Rodillas dijo...

Bass, tú siempre dándome caña cuando hablo de Fabio ehh jeje Y sobre lo de mi ciudad, es lo que tiene que allí casi nunca he follado, no como otros :P

Naxo, tengo un buen maestro ;)