sábado, 3 de marzo de 2012

¿Me lo tiro o me suicido?

Detrás de una noche de fiesta muchas veces se esconde la única intención de terminar en la cama con alguien, tanto es así que tengo amigos que se frustran, enfadan y se largan de una noche de fiesta a casa porque no han ligado o no hay en el local ninguno que le despierte el más mínimo interés (ni siquiera tú como amigo). Y apelando no al Karma como Oriol ni a la razón como Xavi sino a Murphy podemos deducir que los polvos solo aparecen en el momento en que menos te lo esperas o peor te vienen (Grindr, Gayromeo y demás no cuenta, estamos hablando de cortejo clásico cara a cara o cara a escote (A los tíos también se les puede mirar sólo al escote sí)), no cuando acabas de ordenar tu habitación sino cuando acabas de llegar de viaje hace 15 días y tienes la maleta aún por medio, tampoco cuando llevas esos calzoncillos de Calvin Klein que te compró tu madre en el mercadillo sino cuando llevas los Yon Yi que venían en el 3x1 con los anteriores.

Pero centrándonos en el tema principal, muchas veces se termina en casa de alguien con la única intención de darse placer mutuo, ¿pero qué pasa si se te quitan las ganas por cualquier motivo? ¿qué pasa si hablando de camino a casa descubres que es un auténtico gilipollas(#truestory)? ¿Qué pasa si en los toqueteos previos descubres que la tiene pequeña (#truestory)? ¿Qué pasa si se mea encima (#truestory)? ¿Qué pasa si tiene complejo de vampiro y te está dejando el cuello como Rihanna después de la pelea con Chris Brown(#truestory)? 

Bueno en todos los casos anteriores en tu interior se convoca en gestión de crisis a tu pene y a tu cerebro, pero tu pene en ese momento es Bill Clinton con la Lewinsky delante (más o menos es igual de repulsiva que lo que he descrito) y tu cerebro está nublado por el alcohol al que te ha invitado para llevarte a la cama a lo Camps (Qué más dan trajes que Vodkas) por lo que con ellos puedes contar más bien poco así que lo que queda es hacerse el tonto y terminar lo que empezaste. 

Por lo que al gilipollas se le aguanta diciéndole a todo “si si si si pero córrete ya” (Cuidado que puede que te pida el número para ir juntos al próximo mitin de Toni Cantó), al micropene coges el toro por los cuernos y a él por los pelos de espaldas y lo pones a morder almohada, al de la incontinencia le dejas un tiempo en el baño (total, la erección aguanta) y con el vampiro te tiras una semana mostrando tu colección de pañuelos, foulards y bufandas que otras cosas peores hay por ahí.

¿Cuáles han sido tus malas experiencias?

2 comentarios:

Toni Fresnel dijo...

Pues a mi me pasó algo similar a lo del micropene, pero con la excepción de que no lo había conocido en una noche de fiesta, si no que había quedado con él y me fui a pasar la noche a su casa...y vaya noche tan larga!

http://toni-fresnel.blogspot.com/

LucasDR dijo...

El viernes sin ir más lejos. ¿Qué tío te invita a su casa a follar y no tiene condones? Una y no más, Santo Tomás.